5 - Aspectos sociologicos

 

Desde chico aprendí (y comprobé) que de cada cosa que se nos presenta en el escenario de la vida, podemos extraer si así nos lo proponemos, cierto enriquecimiento corporativo, aún de situaciones extremas o limites. En tal sentido, es obvio considerar a cualquier proceso migratorio como una situación limite, especialmente para quien la atraviesa y su entorno familiar.

    El estar enmarcado dentro de dicho contexto, representa a todas luces una situación poco agradable. Se da el caso sin embargo, de que la misma es conformada y configurada por el propio ser. Nada más elocuente para reflejar y comprender lo expresado, que citar aquí un nuevo caso, un nuevo episodio de esta interminable novela, que ojalá lo fuese.

    Mario trabajaba hasta el 2001 en la sección imprenta de un diario del Interior del país. Ganaba un sueldo de ocho mil pesos. Nada despreciable acoto de mi parte. Su novia por su parte, estudiaba Marketing y estaba empleada en un grupo económico de indudable prestigio dentro de nuestro mercado laboral, ganando diez mil pesos al mes naturalmente, y con oportunidad de poder ascender no solo en ese trabajo, sino que se le podrían abrir nuevas puertas, nuevas posibilidades. Sin embargo, el destino era otro. En el diario, un compañero de Mario se fue hacia España. A este la idea le entusiasmó y lo imitó. Se fueron Mario y su novia, renunciando cada cual a su respectivo empleo. A los cinco meses comenzaron a extrañar el entorno. No lo pensaron mucho y se volvieron. Tampoco lo hicieron en el momento de irse. No midieron las consecuencias. Hoy engrosan el nivel porcentual de los desempleados. Parafraseando el estilo utilizado de manera común, se puede decir “Lo tenían todo...”.

    Como este caso se pueden encontrar varios. Se trata en definitiva de una de las tantas consecuencias que aparecen dentro del proceso migratorio. Se puede pensar, erróneamente, que el que no arriesga no gana. No es así. Debemos como seres racionales que somos, so pesar las consecuencias más factibles que se pueden generar al tomar una decisión de tamaña característica, y más aún si se arrastra consigo a un tercero.

    En el comienzo de este capitulo, hice referencia al enriquecimiento que ciertas situaciones dan. En ese contexto digo que a través de las diferentes fuentes que he acopiado desde Internet para la elaboración de este libro, me he encontrado no solamente con valioso material, sino también con valiosos exponentes de los mismos, quienes a través de sus exposiciones nada complejas por cierto, dan la posibilidad de apreciar la realidad tal cual es, pero vista desde su valiosa óptica y perspectiva. Es así entonces, que desde Italia y mediante el boletín electrónico Informe Uruguay, me encontré con el aporte de Fernando Manzoni, quien el 2 de Mayo del 2003 publicó en dicho medio, “La Valija de Cartón” con lo cual y desde una contextura semejante a un cuento, expone una de las tantas realidades que deben vivir lejos de la patria, una de las tantas consecuencias que deben asumir. Veamos pues el texto aludido.

 

       “Una valija de cartón, un par de zapatos gastados, un pantalón atado con una cuerda, era todo lo que nuestros antepasados se llevaron de recuerdo cuando llegaron a "L'america" buscando un futuro.
    Algunos tuvieron suerte, otros no tanta, pero todos supieron hacer de esta experiencia una razón,
Muchos de ellos formaron familia, trasmitieron a sus hijos y nietos sus costumbres, sus tradiciones, sus miedos y sus llantos, parados en la rambla montevideana miraban el mar y sus ojos se les llenaban de lágrimas recordando tierras lejanas, montañas y flores, dialectos y olores que habian dejado hace tiempo.
    El mundo siguió girando, y las valijas de cartón cambiaron continente, fue así que los nietos de aquellos "viejos", volvieron atrás a ocupar aquel lugar que el abuelo había dejado vacío muchos años atrás.
Con los mismos miedos, llantos y esperanzas empezaron una nueva vida, soñando la ciudad, hicimos familia, tuvimos hijos y trasmitimos a ellos nuestras tradiciones, nuestro idioma, nuestras costumbres.
    No existe la historia, los hechos se repiten una y mil veces, lo que existen son las experiencias y de estas tenemos que sacar nuestro jugo.
Estamos lejos, trabajamos y soñamos al mismo tiempo, en volver, en regresar a nuestras tierras, caminar por un sendero de eucaliptos, recorrer una calle desierta en plena noche sintiendo los sonidos del silencio, pero hay mil cosas que impiden que nuestros sueños se hagan realidad, porque tenemos hijos y estos hijos se sienten identificados con esta tierra, hablan su lengua, han asimilado sus costumbres, la manera de ser de la gente del lugar, y esto es un freno que nos para y nos hace reflexionar.
    La vida del inmigrante es complicada, pasa por distintas etapas, al principio todo nos parece extraordinario, nos asombramos de todo, de las máquinas de café en los aeropuertos, los distribuidores de preservativos en los baños de la estación, la velocidad de los autos o la gran cantidad de aviones que pasan por nuestras cabezas;       Con el primer sueldo nos sentimos en el aire, hacemos cuentas, cálculos, estimamos, tenemos el mundo en el bolsillo.
    Pasan los meses, los primeros años en estas nuevas tierras y las cosas empiezan a cambiar color, aquel sueldo que nos llenaba los bolsillos empieza a no alcanzar, las máquinas de café nos parecen obsoletas, y cuando entramos en un baño público nos dan asco la idea que alguien pueda usar los preservativos que allí se distribuyen, después de un lustro de estar lejos de casa, criticamos abiertamente el gobierno del país donde vivimos, nos lamentamos de los impuestos y vemos con sospechas a los nuevos inmigrantes que quieren dejar el país para mejorar la vida.
    Esta es la regla del inmigrante, y le guste a quien le guste funciona de esta manera, es una especie de adaptación gradual, lenta e igual para todos.
Pero no hay día que no nos paremos por lo menos un minuto, un segundo, un momento en la jornada a recordar, a sacar de la vieja valija de cartón que todos llevamos dentro, un recuerdo.”

 

Fernando Manzoni

 

 

    Desde luego que no voy a comentar desde una óptica crítica, el texto de este uruguayo radicado en Italia, y que es sin lugar a dudas, un reflejo realista de las consecuencias que, como él mismo dice, debe afrontar el emigrante. Si voy a comentar, esa regla a la cual hace referencia, y que se transforma (o de hecho ya lo es) en una consecuencia del ser emigrante. En esa regla subyacen varias a la vez, sobre las cuales se basa si se quiere la integridad del individuo. Más allá de esto, la regla básica que todo emigrante debe atender y considerar, es el proceso de adaptación por el cual debe recorrer. Si bien ya he hablado sobre ello, vuelvo a hincar el diente en ello, pues lo considero de primer orden a la hora de insertarse en otra sociedad, en otro entorno.

    La adaptación en si misma implica un reordenamiento estructural desde el nivel individual, en primera instancia, y grupal posteriormente. Al dejar un hábitat en el cual se creció, se edificó buena parte de la existencia, se debe plantearse a si mismo, que dicho reordenamiento se efectúa con el propósito de pautar un nivel de cambio de inmensa cuantía emocional y afectiva, que muchas veces tiende a crear y conformar en el subconsciente un grave estigma, que se traslada al medio o núcleo familiar.

    El adaptarse a un nuevo entorno social, requiere por lo tanto de un alto porcentaje de concienciación. Es decir, extraer los diferentes modos de ser, actuar y comportarse a los efectos de ingresar el nuevo esquema. Que el conjunto de sociedades representan un inmenso esquema, en el cual debemos convivir, no cabe la más mínima duda. Lo importante dadas estas condicionantes, es poder compilar la nueva estructura esquemática dentro de uno mismo, en este caso del individuo que migra, para de ese modo, poder atenuar o paliar en algo, la crisis traumática infligida por el cambio.

    La interacción cambio – adaptación es procesada dentro de los parámetros adecuados. La regla a que hizo referencia Manzoni en el orden migratorio, es de por si interesante. Cuando se migra, se hace bajo una visión quizás distorsionada del país donde se va. Se le ve cual si fuese la tierra prometida, el paraíso, el edén por utilizar términos bíblicos. Pero así se les percibe bajo un estado de desesperación, o de imitación, desarrollada por el individuo que tiende a migrar. Todo lo de fuera parece mejor a lo que se tiene en ese momento. Cuando se llega, se percibe lo que realmente es, e inconscientemente se lo coteja con lo que se creía que era, se radicaliza la formulación traumática. Lógicamente que ante ello, nos encontramos que no se llegó a procesar debidamente ni el parámetro del cambio, y menos aún el referido al adaptamiento.

    Al respecto hemos visto también el caso de Mario y su novia. Pero es importante seguir en el tema, ya que de ello (la adaptación a un medio extraño por definición) depende el emigrante para establecerse. Hay algo incuestionable en todo esto. Y es que, pese al acercamiento de las comunicaciones, mediante lo cual nos parece conocer el mundo, en la realidad no es así. Podemos ver un documental sobre Ruanda, por ejemplo, en donde se explica la trágica situación de forma pormenorizada. Pero pese a este acercamiento, desconocemos en sus más infimos detalles el complejo proceso que se desarrolla dentro de sus fronteras.

    De igual modo ocurre en esto. Es decir, sabemos que en países del “Primer Mundo” se tiene un buen nivel de confort. Pero, ¿es para todos? No. Muchos (la gran mayoría) creen que llegan hoy, y dentro de un mes o dos ya pueden adquirir casa, auto, etc. El sueño del pibe creen que lo pueden hacer realidad en poco tiempo. Lógicamente que no es así. Pero el estado de desesperación a que están sometidos, puede hacer que esas ilusiones lleven al individuo por el camino equivocado, o al menos supuesto.

    Luego, con el devenir del tiempo, se hace presente el conjunto de reglas que, desde la perspectiva de Manzoni, es una sola. Más allá de ser una o varias, lo cierto es que se está sujeto a ella, y de ella no solo se depende, sino que sobre ella se debe convivir. A esta altura quedamos de acuerdo en que el emigrante debe pagar un derecho, y que pese a que en lo personal piense lo contrario, es un ser extraño, desconocido, más exactamente extranjero. En escasas ocasiones logra la plenitud de la inserción a nivel social, y por consiguiente laboral.

    Pero no perdamos de vista a Manzoni, lo dicho y expresado por él desde su texto, y así advertir que en esa Valija de Cartón se llevan y conservan los más caros recuerdos, a través de los cuales, el emigrante desde su interior logra prevalecer y coexistir en esa sociedad con parámetros opuestos. El Uruguayo es (todos lo sabemos) excesivamente conservador, y nunca dejará de serlo. En su Valija conserva la idiosincrasia.

    Precisamente es la idiosincrasia lo que se preserva (o trata de preservarse) más allá de fronteras, y pese a todo y a todo. A ese gran cúmulo de circunstancias que se atraviesan y que como se ha visto, muchas veces hacen trastabillar al individuo.

    Continuando con el proceso de adaptación, me voy a remitir seguidamente a los conceptos básicos desarrollados sobre este tema en la GUIA PRÁCTICA DE CONCEPTOS DE PSICOLOGIA SOCIAL, en donde se desarrolla de modo esquemático dicho proceso, ya que detrás de este, existe y coexiste otros: Salud y enfermedad. He dicho que este proceso, al igual que todo el relacionado con el esquema cambio – adaptación conlleva a una fase traumática individual como grupalmente. En ese contexto pues, es que digo:

 

Reformulación del Concepto de Salud y Enfermedad

 

Adaptación Activa a la Realidad                  SALUD

 

    El individuo es “Sano” en la medida en que aprehende la realidad en una perspectiva integradora, y tiene capacidad para transformar esa realidad, transformándose a la vez él mismo.

 

Adaptación Pasiva a la Realidad                  ENFERMEDAD

 

    El individuo se “Enferma” cuando mantiene una relación rígida, pasiva o estereotipada con la realidad y con el entorno. El individuo no llega a establecer una relación dialéctica, entendiendo por ello el cambio y las diversas exigencias adaptativas constantes que proporciona el entorno en el cual se está inserto.

 

    Dentro del esquema que estoy exponiendo, surge asimismo un elemento o componente no menos importante como lo es el conflicto, o en este caso, situación conflictual, que no se da solamente por el proceso antedicho, sino como consecuencia de acciones paralelas a este. Es decir, en la decisión tomada o no en conformidad con uno mismo, de partir, de dejar el entorno, el medio en el cual se conformó la existencia, surge evidentemente tanto desde el nivel individual primeramente, como grupal posteriormente, dicho componente que actúa en muchos casos, de disparador hacia procesos de desintegración corporativa.

    Siempre desde la base del proceso que estoy desarrollando, me permito explicarlo de la siguiente manera, pues dentro de un grupo humano, tenemos una multiplicidad de procesos que son aspectos permanentes de la vida grupal (sociedad, familia) conformándose lo que se denomina Dinámica Grupal: interacción, movimiento, estancamiento, conflicto, etc.

    En general se puede sostener que todas las actividades, (las conductas de los individuos) tienen efectos que corresponden a las necesidades de la estructura del grupo que deben ser satisfechas. Esto supone que las actividades que se realizan son vitales para el sistema grupal. La no realización de las mismas, significaría la “enfermedad” o desintegración del grupo o núcleo familiar. Pero hay que tener en cuenta los dos aspectos fundamentales de toda interacción social y/o grupal: A) La Cooperación. B) El Conflicto.

    Como todo es dialéctico, nada es permanente, todo se mueve, todo se transforma, todo interactua, es fundamental tener en cuenta el concepto (o factor) del cambio. Todo cambio como se ha visto, conlleva al conflicto. Este suele ser pacifico o controversial. Estos pueden darse en forma ordenada, como negociación o intercambio. Pero puede haber también un conflicto no pacifico, no ordenado. Su resolución puede llevar a reacomodamientos y reajustes, o bien a una discontinuidad o transformación total de las propias estructuras.

    El conflicto es la colisión o contraposición de intereses. Siempre que haya cambio, van a aparecer nuevas motivaciones y aspiraciones que pueden colisionar o no. Los actores sociales o grupales se interrelacionan siempre en función de un bien, ya sea para adquirirlo o conquistarlo, ya sea para permanecer en él, o bien para influir sobre él.

    El conflicto se puede definir entonces, como cualquier relación de elementos que puedan caracterizarse por una oposición de tipo objetivo: conflicto latente, o bien de tipo subjetivo: conflicto manifiesto.

    Los conflictos se pueden clasificar de múltiples formas, siempre dentro del marco contextual que estoy desarrollando desde la visión sociológica. Así pues, ya sea teniendo en cuenta el volumen de la unidad social o grupo dentro del cual el conflicto existe, y los antagonismos entre roles individuales y grupales. Las principales especies de conflicto serían: conflictos de roles, de supraordinados (los que mandan) y subordinados (los que obedecen), de mayorías y minorías, y conductas calificadas como desviadas de la norma grupal establecida.

    Existen diversas fases del conflicto, que por su interés analizaré brevemente. La mayoría de los teóricos del conflicto, distinguen cuatro fases primordiales:

 

a)     origen

b)    expansión

c)     gestión

d)    resolución

 

Según Dahrendorf, la formación de grupos de conflicto o, dicho de otro modo, el camino que conduce desde ciertas situaciones estructurales hacia los conflictos sociales desarrollados, recorre tres etapas:

 

A)   la formación de cuasi grupos, a los que se atribuyen características comunes, con formación de bandos en la unidad de referencia, representativas cada uno de determinados intereses.

B)    La cristalización, con evolución consciente de los intereses latentes, y organización de los cuasi grupos en agrupaciones fácticas (de hecho)

C)    Los mismos conflictos ya desarrollados; todo conflicto alcanza su configuración final, solo en el momento en que los elementos integrantes presentan una identidad organizada. Son discusiones organizadas entre sectores organizados.

 

    Hay dimensiones de variabilidad en estos conflictos, entre los cuales destacan la intensidad y la violencia, y hay factores de viabilidad, como la manifestación de los conflictos, la movilidad social (cuanto más sea, menor será la intensidad de los mismos), la superposición o separación de sectores estructurales sociales. A medida que crecen los fenómenos de superposición, donde los mismos bandos hostiles vuelven a aparecer en distintos conflictos, tanto mayor será la intensidad de estos.

    Asimismo, la regulación de los conflictos, medio decisivo para disminuir su posible violencia, pues es importante destacar a esta altura, que en el proceso conflictivo que apareja el migrar, el eslabón violencia se da desde el nivel interno. Es cierto, y a ello enfoca este análisis, que algunas veces la violencia en su manifestación primitiva y secundaria, puede hacer su aparición en el escenario nuclear familiar.

    Los conflictos no desaparecen por su regulación, (y menos en esta circunstancia) pero en la medida en que se consiga canalizarlos, se harán más controlables, y se pondrá su energía creativa al servicio de un desarrollo progresivo de las estructuras sociales.

    Afirma Dahrendorf: “En el conflicto se halla el núcleo creador de toda sociedad y la oportunidad de la libertad, pero al mismo tiempo el reto para resolver racionalmente y controlar los problemas sociales”.

    Existe conflicto social, toda vez que ciertos grupos aparecen en discordia, o manifiestan antagonismos a causa de intereses o ideas que los oponen entre si, o con la sociedad en su conjunto. El conflicto implica a menudo, una situación de lucha que puede ser o no violenta, que puede tener o no canales previstos de resolución en la organización social. Los conflictos sociales son tan numerosos y variados como las distintas formas de tensión, oposición y contradicción en las relaciones sociales, desde los problemas familiares, hasta las conflagraciones bélicas a escala mundial.

    Otro aspecto a tratar en este capitulo, es el referido al rol que puede desempeñar todo individuo en actitud de emigrar. Si bien analizaré dicho comportamiento de manera más profunda, desde la perspectiva de la Psicología Social, he de indicar que el rol de emigrante resulta complejo para el propio individuo, ya que debe asumir la actitud que conlleva no solo a tomar tal decisión, sino que, además debe oficiar de resorte o bisagra, a fin de poderse insertar él y su núcleo familia en el nuevo contexto. Se conforma de tal manera, una especie de vínculo, de nexo y anexo entre él y su núcleo familiar.

    Para ser más preciso en la configuración del concepto de rol, debo decir que su importancia surge fundamentalmente, por ser un concepto que se podría denominar bisagra, articulador entre la sociedad y el individuo, entre la cultura y la personalidad, entre el grupo y el integrante. Dentro de este último ejemplo, se encierra lo que he dicho antes; entre el individuo que emigra, intentando con ello un futuro promisorio, y su familia.

    Debemos entender el rol como un concepto articulador que une los dos polos: el mundo externo y el mundo interno. El mundo externo en sus dimensiones sociales, culturales, institucionales. El mundo interno en todo lo que hace a nuestra constitución e historia como individuos.

    Los roles son conductas, son funciones sociales. Por otro lado, hay un modelo, una categorización que nosotros hacemos de aquellos que ocupan una posición, de cual es la conducta adecuada a la misma. Como ejemplo claro de ello, se da en el hecho de la toma de decisión. Ahí ya se establece una cierta categorización, pues se es quien pauta dicha norma, apareciendo dentro del conglomerado de situaciones esquemáticas una nueva: decisión – norma – situación estableciendo a la vez dentro del contexto de roles una interacción. Por lo tanto, el rol no es una noción aislada sino que está en reciprocidad, en complementariedad con otro rol. De ello se desprende que el rol es una función social interdependiente.

    Si bien por nuestra investigación solo puede interesar el rol de emigrante, existen diversos aspectos del rol como tal, que con el fin de comprender bien esta área especifica, me permito detallar a continuación, sin olvidar claro está la esencia de este libro.

 

1)    La noción de complementariedad o reciprocidad. No hay rol que sea rol aislado. Rol implica siempre lo que se llama contrarol. A los efectos de ser más claro al respecto, expongo el siguiente ejemplo: rol de padre – rol de hijo; rol de médico – rol de paciente. Esta interacción se define desde el punto de vista de las expectativas que se ponen en juego sobre como debe comportarse el otro, y en este caso, lo traslado a la interacción conjugada por lo que representa la decisión al cambio que se debe dar o concebir en el momento de la partida. Pero, en la misma medida, sabemos como nos tenemos que comportar nosotros.

2)    El modelo. Es la representación que cada cual hace de su rol y, a la vez del rol del otro. Como dije, hay una categorización de cada posición que se ocupa, y de cual es la conducta adecuada a la misma. Esta categorización establece automáticamente una interacción de roles.

3)    La noción de posición o status. Es el lugar que ocupa todo detentador de un rol. Si bien la noción de status, como se usa cotidianamente, supone una jerarquía del rol y refleja en parte la vida social, porque no todos los roles son valorados de la misma forma. Lo habitual es utilizar la noción del status como equivalente a posición.

4)    La expectativa. Es la manera en que se conjugan las obligaciones y los derechos recíprocos. En toda situación de interacción, hay expectativas que suponen derechos y obligaciones que hacen a la reciprocidad del interjuego de roles.

 

    El rol nos confiere una multiplicidad de aspectos. Pero identidad supone una continuidad, un sentido del ser yo mismo en el tiempo. Se abre aquí la cuestión de la variación y permanencia, ligada también a la situación del cambio. Es decir, el interjuego entre la variación de conductas y la permanencia a través del tiempo.

    La problemática del rol puede ser enfocada desde tres perspectivas o dimensiones, que son equivalentes a igual número de niveles analíticos interrelacionados, pero que también pueden ser estudiados en si mismos:

 

1)    El nivel sociológico, el nivel social del rol.

2)    El nivel Psicológico. Aunque nosotros, desde nuestro esquema conceptual entendemos que no hay una Psicología de individuo aislado, cuando decimos Psicológico nos referimos a la personalidad.

3)    El nivel interpersonal, el de la interacción, que es donde se une lo social con lo individual. En la práctica, las conductas se van a dar en este espacio de lo interpersonal.

 

    La posibilidad de establecer una interrelación, nos permite acercarnos al campo grupal. Porque fundamentalmente la situación de interacción es una situación grupal. Otra forma de plantear esto, es recurriendo a la noción de ámbitos de conducta: un ámbito social, un ámbito socio dinámico, un ámbito institucional y comunitario. El rol estaría cruzando e interconectando el psicosocial con lo grupal y el contexto institucional y comunitario. Esta interconexión se da también a nivel individual, ejerciendo una constante en el momento de asumir un rol de indudable importancia. Este es el juego de los roles, inserto en los procesos migratorios. Me permito subrayar que dentro de esa interacción, es que se juega y procesan las historias de quienes emigran, pero también el trasfondo social al cual el individuo trata de insertarse. En medios sociales distantes en tiempo y forma, resulta necesario interactuar dentro mismo del rol de emigrante. Tal como he expresado, este debe asumir una situación diametralmente contraria a la estructura interna de origen, en donde la diversidad de factores y elementos corrosivos, tienden a la desintegración a través de diversos medios, o incluso de mecanismos de esa característica.

    Creo suficientemente analizado el concepto de rol, que si bien lo he enfocado desde la óptica de la Psicología social, encaja perfectamente en el encuadre preestablecido del proceso migratorio actualmente en progreso.

    Hemos apreciado en paginas anteriores, no solo el proceso de adaptación a un entorno social y económicamente distinto al nuestro, sino también (y dentro de dicho proceso) lo importante que resulta el factor del comportamiento a la hora de pautar el desarrollo que se presenta en la adaptación propiamente dicha. Sin alejarme demasiado del tema central de este libro, y con el fin de intentar entender el comportamiento humano, los motivos adyacentes a él, y poder ir hacia una elaboración certera de lo que habremos de apreciar y comprender en el capitulo “Hablan los Protagonistas”, expondré sintetizadamente a continuación, los lineamientos básicos que componen los motivos del comportamiento.

    En cada conducta humana, se oculta una clave, un porqué que resulta el campo especifico de toda investigación. En este tipo de indagación acerca de las razones profundas del comportamiento, nos preguntamos en primer lugar, por qué las personas eligen una acción (emigrar) y rechazan otras (quedarse, tratar de salir adelante en el país). Es decir, nos encontramos frente al factor direccional de una acción determinada. Inmediatamente después se presenta otro problema; el de por qué el individuo persiste en esa acción durante un tiempo más o menos extenso, aún cuando para ello deba enfrentarse con toda clase de dificultades. A esta característica de la conducta se le denomina “factor de persistencia”.

    Por último, se presenta a nuestro análisis la actitud que el “Yo” toma frente a la determinación de la conducta (factor de decisión) y el control y alcance de las acciones y los pensamientos, influidos tanto unos como otros por motivaciones subyacentes.

    Este implacable interjuego que da como resultado distintos tipos de comportamiento (empresarial, político, religioso, militar, etc.) incluye en su génesis, por una parte, los motivos inconscientes que forman un sistema unificado y organizado, y por otra, los tres factores ya mencionados.

    Me ocuparé ahora no solo de los objetivos y necesidades humanas, sino de las diversas formas con que el “Yo” enfrenta dichas necesidades, pues las acciones del hombre se guían por el hilo conductor del conocimiento, es decir, a través de lo que pensamos, creemos y vemos.

    En el momento en que nos interrogamos por qué hemos asumido determinado comportamiento y no otro, penetramos en el contexto de las motivaciones, que son fuerzas que empujan hacia la acción, tal como las que están comprendidas en el concepto de desear o temer. Deseamos el poder, tememos el ostracismo social y todo aquello que amenaza nuestra autoestima.

    Desear el poder, por ejemplo, supone un esfuerzo y un tiempo para alcanzar una meta. Se trata de una operación concreta, fuertemente motivada. Es a través del análisis motivacional que se logra una nueva dimensión en el conocimiento del ser humano, acercándonos a la comprensión de su conducta y haciéndose posible actuar sobre él.

    La conducta es siempre motivada y motivante. Según algunos psicólogos, “El hombre no es un muñeco de goma que grita cuando se lo aprieta”. Reacciona ante los estímulos externos de acuerdo con su propia formación biológica, su comportamiento anterior, y el estado particular (aquí y ahora) de sus procesos internos.

    Las necesidades motivantes del ser humano, no se reducen a las exigencias básicas de la subsistencia. Esto puede observarse en actividades como el juego y la curiosidad ociosa, en la conducta sexual y en todos los impulsos aprendidos relacionados con fines económicos y sociales.

    La actitud del emigrante frente a los niveles básicos de subsistencia, debe ser moldeada en el mejor sentido de la palabra, ya que no debe olvidar que se encuentra por el momento, en un entorno extraño en sus concepciones más elementales. Se puede creer o pensar, que debe ser el entorno social el que debe acceder. No es así. Las estructuras sociales ya se encuentran conformadas, y es el individuo quien debe adaptarse a través de una actitud si se quiere sumisa. Claro está que no estoy insinuando con ello, que el individuo deba soportar ninguna clase de injusticia.

    Al hablar de moldeamiento me refiero a la realización de ciertas reformulaciones estructurales, en primer término individual, y luego grupalmente, siendo en este caso de mayor complejidad, dado el nivel polifacético imperante. Cuando un grupo familiar emigra, lleva tras de si todo su bagaje histórico. Toda familia posee en su raíz estructural, componentes históricos y de relacionamiento que hacen más factible en parte el proceso de adaptación propiamente explicitado, y de manera concomitante el efecto moldeador. Sin embargo, es importante señalar que la reformulación debe hacerse con moderada precisión, a fin de no descomponer el integrador básico.

    Lógicamente que enfrentarse al nuevo medio o entorno no resulta para nada fácil. Se hacen presentes tanto las complejidades reseñadas hasta aquí por mi, como las que se reseñarán a continuación a través de un nuevo relato extraído de Informe Uruguay del 2 de Mayo del 2003, titulado “El Que se fue a Sevilla (primera parte) efectuado por Joaquín Doldán:

       “Explicarte bien, mirándote a los ojos. Por eso, querido compañero quiero que a mis palabras, como a las de todos los que no estamos en el país las pongas entre comillas y las tomes como de quien vienen.
    Algunos escritores tenemos un gran problema, hasta que no vemos impreso lo que pensamos no podemos asegurar lo que sentimos, además de este motivo egoísta me impulsa la convicción de que es necesario compartir estas experiencias de la forma más sincera, para dialogar con el que se queda, para informar al que se va.
    La mediocridad puede querer hundir cualquier buena intención, por eso quiero decirte que esto no es ni un elogio del exilio, ni una apología patriótica, en absoluto. En cada línea vas a encontrar muchos sentimientos contradictorios, espero que esto también te sirva para llegar a varias conclusiones. Se habla mucho sobre “irse o no irse”, mucho y mal. Se generaliza, se miente (o se dan verdades parciales que es lo mismo), se especula con los sentimientos, se juega con las necesidades, se olvidan los objetivos.
    Me parece que sería perder el tiempo contarte mis motivos para estar acá. Hubo muchos, eso es cierto. Lo que más recuerdo es que una vez que se me instaló la convicción de mi partida nada me detuvo hasta efectuarla, por eso respeto mucho a los que tiene esa sensación de “no aguantar más”. Pero es clave que sepamos que no es cierto que nuestro país “no da para más”, no es cierto bajo ningún concepto. Por eso insisto en que no es mi intención desanimar al que se viene, ni animar al que se queda.
    Siempre escuché decir que hay dos tipos de idiotas: los que dan consejos y los que lo reciben, por eso no quiero dar forma de consejo a esta frase: hay que tener claro el motivo por el que uno se va, y lo que se viene a buscar, muy claro hay que tenerlo. Esto que parece tan obvio lo empecé a pensar a los meses de estar acá.   Me crucé con un compatriota en el consulado de Uruguay (que gestiona un tal Pou que es sevillano y no tiene ni idea de nuestro país), y me dijo:” Vendí mis dos coches y acá me compré flor de auto y voy al súper y lleno dos carros”...me hizo pensar si yo había cometido la misma gilada. ¿De eso se trata?... ¿de poder consumir más? Un amigo marroquí me contó como escapó de la miseria colgando abajo de un camión. Quince horas de estar agarrado con alma a vida con el eje girando cerca de tu cabeza, muchos se duermen y no llegan nunca , otros se suben a unos barquitos (pateras) para cruzar el estrecho de Gibraltar, las mafias que los cruzan muchas veces los hacen saltar antes de llegar a la orilla (sepan nadar o no). Otros muchos naufragan, sus cuerpos llegan a las playas de Tarifa, sus almas no.
    Una familia argentina que viajó atrás mío en el avión se quejó todo el vuelo de que el aire acondicionado estaba muy alto, la comida no era variada y la película ya la habían visto.
Mi amigo marroquí, está muy contento, trabaja en la recolección de frutos, gana lo que nunca en su vida. Su principal preocupación es conseguir pronto los papeles (ya lo deportaron dos veces y preferiría no repetir la experiencia del camión). La familia argentina, vecina nuestra, está muy triste, hace un año que residen acá, todavía no tiene ni auto ni tevé por cable.
    ¿Qué es lo que uno viene a buscar?...hay que tenerlo claro, sobre todo porque podemos encontrarlo antes de lo previsto, o quizás no lo hagamos nunca.
    Si buscamos tener cosas para ser felices, seguramente suceda que encontremos cosas...la felicidad no necesariamente está tan lejos. Ojalá, cuando viajáramos, la aduana nos retuviera nuestras miserias, nuestras limitaciones, pero estas vienen con nosotros. En general quien hablaba más de lo que hacía allá, repite esa moda acá. Somos los mismos, nada es tan distinto. Esta es una sociedad que está pasando un momento más prospero, pero no es más justa. No está mejor repartida la riqueza, ni se da el verdadero valor al trabajo. No es un modelo tan distinto de sociedad.
    Un guerrillero vencido comentó un día que fue clave en su derrota no considerar que ni todos los enemigos eran malos ni todos sus compañeros eran buenos. Lo mismo nos pasa a nosotros. Cuando mis amigos me preguntan si acá hay discriminación lo primero que pienso es: ¿En Uruguay no?... ¿seguro?...había que hacerles esa pregunta a los homosexuales, a los negros, o para estar más en tema a los extranjeros...recuerdo dos cosas claves: un chileno en mi facultad me contó lo discriminado que se sentía (podía ser una impresión subjetiva). Un compañero de Universidad dijo un día que antes de poner matrícula no había que dejar que entraran chilenos (ni una cosa ni otra le respondieron varios). Acá hay discriminación: si y no. Igual que allá. A muchos les encanta el intercambio, otros lo ven como la excusa perfecta para todos los males: aumenta la delincuencia (por la inmigración), el SIDA(los inmigrantes), la prostitución, la droga, la falta de empleo, etc. También hay quienes piensan. Igual que allá.

 

 

Joaquín Doldán

 

 

    Personalmente no me baso solo en esta narración para afirmar con todo sentido dos cosas: la primera, es que no existe al menos en el corto plazo, ese al cual todos los emigrantes desean llegar, conseguir “TODO” lo anhelado. Todo lo que aquí no se logra concretar; el bienestar. La segunda, y que está ligada a la primera, es basada en una frase hecha: “No hay felicidad completa”. O se quiere una cosa o la otra. Las dos resultan imposibles, reitero, en el corto plazo.

    Si nos atenemos a lo narrado por Doldán, apreciamos (y comprobamos) que no hay sociedades enteramente justas y equitativas. Están planificadas dentro de un orden de equilibrio. Ni poco ni demasiado. No pueden ser justas por cuanto quienes las conformamos no lo somos. Con seguridad quien emigra piensa o cree que así lo es, tras escuchar “en las lejanías que da el horizonte”, que fulano o mengano llegó y al mes ya consiguió comprar coche. Mera utopía creada en buena medida por quienes ya se encuentran allí. Es ahí donde surge el efecto de imitación ya reseñado, pero que en este momento viene de nuevo a colación. Lo hemos visto en el ejemplo de Mario y su novia, y también de manera subliminal en lo expresado por Doldán. Seguramente lo veremos en otras oportunidades.

    He nombrado líneas arriba, un factor intima y profundamente ligado a la decisión de emigrar: la utopía. Dicho factor está basado en la amplia y profunda constelación del deseo. En este caso, se crean factores utópicos como consecuencia de creer que en determinado país se está mucho mejor. No digo que no sea cierto. Sin embargo, dentro de la investigación de campo que estoy efectuando de manera simultanea con la preparación de este libro, me quedan en claro diversos puntos que, de forma reiterativa es cierto, trato de trasmitirle a usted amigo lector.

    Uno de ellos es precisamente, las utopías que se conforman en derredor del problema migratorio. Para ejemplificar de manera más concisa lo que quiero explicar, expondré seguidamente lo que le sucedió a Marta y Carlos, un matrimonio “joven” al cual se le cerraron literalmente las puertas. Ambos trabajaban en un comercio de plaza. Este cerró. Marta tenía en 1998, 46 años, mientras que Carlos oscilaba los 50. Para el medio laboral, escaso por cierto, esa edad ya es considerada como “personas inservibles”, debido en buena medida a que se les debe abonar todos los requisitos que la ley establece en materia laboral y social, mientras que a las personas de edades comprendidas entre 18 y 25 años, se les abona solamente el sueldo.

    Frente a este complejo panorama, esta pareja (como tantos otros) optaron por irse del país, detrás de una quimera. La utopía es el sueño de toda persona que se encuentra en una etapa compleja, y quiere ver realizado o concretado ese sueño. Pero el factor utópico muchas veces lleva y conlleva a la desazón, al no verse plenamente realizado lo anhelado. Se produce entonces un cimbronazo en el ser. En el caso especifico de Marta y Carlos, no les fue bien, y por consiguiente se les desmoronó la utopía que habían construido basada en el hecho de conseguir ese bienestar y ese futuro promisorio buscado por todos quienes tienen la imperiosa necesidad de emigrar, haciéndolo ciertamente detrás de un supuesto mejoramiento en la calidad de vida, que es al fin y al cabo el anhelo, el sueño, la utopía en su más amplia concepción. Se es utópico por necesidad, no por placer o por capricho, y menos aún en el contexto que estoy desarrollando. La concepción utópica es necesaria dentro de determinados contextos.

    También se logra una utopía desde la diáspora, por cuanto el mayor anhelo se centraliza en volver, en regresar al paísito. Como me dijo en una oportunidad alguien que no está aquí: “Para mi no es paísito por que la inmensidad de su riqueza histriónica rebasa el diminutivo. Para mí, Uruguay es País a lo grande. Desde fuera, desde la lejanía lo considero así. Un gran país, mi país”. Estas simples palabras, encierran un profundo sentimiento que se siente de forma real desde fuera de fronteras, pues es allí donde se da el verdadero diámetro a Uruguay. Donde las utopías pasan por la vuelta, por el reencuentro con los afectos de todos los niveles. Pasan por sentirse lejos y cerca de la patria a la vez, ya que se crea ese micro mundo en el cual se insertan todas nuestras costumbres. Ese país, nuestro país que todos los que se fueron ven como lejano,        queda conformado como una utopía impresionante.

    Desde el aspecto estrictamente sociológico como hemos visto hasta ahora, la multiplicidad de factores es importante en el desarrollo meramente esquemático, y no solo ello, sino que estos (los factores) predominan dentro del orden contextual. Hemos apreciado como el emigrante debe asumir un rol preponderante a la hora precisa de tomar y aplicar tal decisión. No resulta fácil hacerlo. Ello resulta claro. La vehemencia a la cual debe apelar a fin de no caer en estados depresivos, es altamente importante, y está consustanciada con esa multiplicidad de factores a los cuales he hecho referencia. Si cayera arrastraría consigo al grupo familiar, esté o no junto a él.

    Asimismo, las pautas estructurales sobre las cuales el individuo debe enfrentarse en un entorno social diferente al nuestro, deben de hecho adecuarse al medio en el cual se inserta. Pero ello debe hacerse desde la perspectiva misma de quien resulta ser el protagonista de todo este proceso: el emigrante.

    No queda duda tampoco lo duro que resulta asimilar el conjunto de pautas, puesto que las mismas son diametralmente diferentes a nuestro modo de ser. Son concesiones que deben tomar y aplicar, por cuanto de ellas depende la resistencia a seguir. Ya veremos en el capitulo principal de este libro, Hablan los Protagonistas, en donde un alto porcentaje de los relatos, hacen especial referencia a dicho aspecto. Resultará interesante analizar en su momento cada situación, cada historia narrada. Pero sin irme del tema, me permito decir que es muy alejado poder apreciar lo que realmente se siente, más allá de que en lo personal lo viví y lo sentí. Se puede lógicamente, tener una idea de lo que es, y aquí me permito decir que es por ese motivo que me propuse escribir y editar el presente libro. Si bien un alto porcentaje de Uruguayos poseen algún familiar o amigo en otro país, hay otro porcentaje que no, y por lo tanto desconocen de manera profunda lo que se siente. Inclusive los amigos pueden desconocer la realidad que afecta a él o los amigos que están en otro país.