4 - Procesos y procederes

 

Queda claro pues que no se emigra por placer. Se emigra en la mayoría de los casos por necesidad extrema. Se emigra por que en nuestro país si no está ya colapsado poco faltará para estarlo el sistema econónomico en su conjunto. A nivel individual lo está, una vez que se toma dicha decisión considerada extrema. No se emigra por gusto, aún cuando a veces se hace dentro de un contexto de fantasía. Es decir, por que mi amigo se fue yo también me voy, pese a no tener necesidad de hacerlo. Es un proceso de imitación, que en determinadas ocasiones dan un resultado adverso al real. Este debe predominar. Debe ser concienciado, balanceado, equilibrado. De esa decisión  se depende tanto individual, como grupalmente.

    El proceder a tomar y aplicar una decisión de esta envergadura y característica, implica como he dicho, balancear las posibilidades reales de tener un mejor estar en otro país, más allá que en el nuestro lisa y llanamente se carezca de ello. La real cuantía de la factibilidad de lograrlo, llegará no en un mes ni en seis. Llegará una vez plenamente insertos en el medio o sociedad que se haya elegido. Mientras ello ocurre, el emigrante va conociendo las reglas de juego que esa sociedad contiene en su estructura. No es para nada fácil, como también he dicho. Asimismo, se perderá un inmenso porcentaje de nuestra idiosincrasia.

    El proceso migratorio golpea y lesiona severamente tanto desde el nivel individual, grupal, y social. Las secuelas ya están apareciendo en diferentes formas, erosionando gravemente las estructuras sociales. Si bien es cierto que se producen como consecuencia de crisis dentro de la sociedad, se debe mantener el equilibrio necesario y pertinente, a fin de poder hallar un proceso que revierta dicho estado. No es sencillo es cierto. Para ello es necesario la conjunción de ciertos componentes, entre los que destaco (y recalco de manera redundante) la voluntad de todo el sistema político, efectuando no solo un seguimiento del tema, sino brindando soluciones de fondo como ser creación y mantenimiento de fuentes de trabajo.

    Se pueden crear multiplicidad de fuentes de trabajo, para reinsertar de manera paulatina al nutrido contingente migratorio. Pero a la vez, se deben crear mecanismos de mantenimiento de las mismas. Dichos mecanismos deben estar basados en aspectos de orden económico (rebaja de impuestos, cargas tributarias, reordenamiento del sistema tributario, etc.) a los efectos de preservar y mantener el equilibrio requerido para las fuentes de trabajo.

    En cierto momento nuestro país poseía un importante número de industrias, entre las cuales se destacaba el rubro textil con gran proyección hacia la exportación. Esto, conjuntamente con los frigoríficos y otras industrias de diversas áreas, constituían el eje potencial a través del cual se basaba no solamente nuestra economía, sino también los pilares desde los cuales se generaba toda la infraestructura que daba trabajo a miles de Uruguayos, y mantenía en alto el índice de empleo. Era extraño encontrarse con algún desempleado. Es obvio decir que dicho periodo se ubica con anterioridad a 1960, cuando todo comenzó a cambiar.

    Tras el cierre de numerosas fábricas e industrias, se ingresa a una serie de transformaciones y procesos, que dan como resultado la etapa migratoria enraízada en el componente económico. Se solidifica la migración por dicha causa, la cual mantiene en alto su pico porcentual desde el 2000 hasta la fecha.

    Se procede pues a la masificación migratoria, afectando en esta oportunidad a los estratos sociales denominados “Clase Media” acerca de lo cual ya expuse en páginas anteriores el debido análisis.

    Existen y coexisten otros aspectos del proceso migratorio no menos interesantes, como ser el hecho de irse un solo integrante de la familia a “probar fortuna” como se decía, y desde fuera de fronteras envía dinero a quienes quedaron aquí. De este modo se reduce el factor de desarraigo total, y a la vez, se logra mantener cierta estabilidad económica, (no así emocional) por aquello de que “Uno solo se cobija en cualquier sitio”.

    Cito al respecto el caso de Raúl, 39 años, casado, tres hijos. Trabajaba en el rubro gastrónomico, en un Bar conocido de Montevideo. Como consecuencia de la crisis económica – financiera del 2002, dicho Bar envió al seguro de paro a doce empleados, entre ellos Raúl. La vivienda donde habitan su esposa e hijos, les pertenecía por ser herencia del padre de Raúl, y al no tener que pagar alquiler, la situación en cierta forma resultaba más flexible, aunque algo debía hacer pues aquí una persona cercana a los cuarenta años, de por si ya tiene las puertas cerradas al considerar desde esa franja etaria hacia arriba como “personas viejas”.

    Raúl optó por emigrar él solo, sabiendo que sería mejor de este modo, por lo menos al principio. Partió hacia EE.UU. en donde tiene algunos amigos, pudiéndose emplear primero en una Pizzería y posteriormente en un Restaurante. A partir de ese momento, buena parte del dinero que ganaba, lo destinaba para enviárselo a su familia. Durante ese tiempo trabajaba en dos lugares. Es bueno decir que obtuvo la residencia, y en Noviembre del 2003 pudo juntarse con su familia. Hoy residen en la Florida, pero Raúl comenzó su estadía en Nueva Jersey.

    Los emigrantes Uruguayos presentan un perfil heterogéneo, y buscan indudablemente países desarrollados donde residir. Acerca de esto, y de los compatriotas que envían dinero a sus familiares, se inserta un informe especial aparecido en la edición digital de “La Semana en Perspectiva” del sitio Web espectador.com (Domingo 12 de Enero del 2003) el cual expone y analiza el tema de esta manera:

       “Los apellidos españoles e italianos delatan el origen fundamentalmente inmigrante de la sociedad uruguaya. También es posible ver fuertes componentes ingleses, rusos o europeos centrales.

    Montevideo creó uno de sus barrios más emblemáticos –el Cerro—decididamente para recibir a los trabajadores extranjeros que iban a fundirse en el joven país. Pero los tiempos cambian y las corrientes migratorias acompañan esos vaivenes.

    Uruguay vive, aceleradamente desde hace un par de años, la salida de su gente, empujada por la crisis económica a buscar un futuro en tierras lejanas y extrañas. Esta tendencia no es, por cierto, exclusiva de Uruguay sino que afecta a Latinoamérica toda.

    Y asociado a la emigración aparece, inesperadamente, un elemento que cobra dimensiones insospechadas en algunos países: el ingreso de dinero proveniente de remesas de emigrantes a sus familiares.

    En Uruguay no es posible cuantificar el fenómeno pero, de cualquier manera, intentamos aproximarnos a él.

    Cristina Franco es uruguaya, tiene 42 años y trabaja como empleada doméstica. Y, como tanto, tiene un familiar fuera del país que, cuando puede, la ayuda económicamente.

    Empujados por la pobreza o por la falta de perspectivas laborales, alrededor de 10 millones de latinoamericanos han dejado sus países para buscar una esperanza en otras tierras.

    Según la CEPAL, la tendencia migratoria en el continente se ha exacerbado en los últimos 10 o 15 años. Y los indicadores económicos manejados por CEPAL no ayudan a alentar esperanzas en que este fenómeno se revierta en el corto plazo.

    Uruguay, a pesar de exhibir muy buenos índices de Desarrollo Humano –sobre todo comparados con el resto del continente--, no escapa a esta realidad, aunque tiene sus particularidades. Y la primera de esas particularidades es la dificultad en cuantificar.

    Para saber cuántos uruguayos abandonan el país hay que recurrir a indicadores indirectos, como el saldo de movimientos en el aeropuerto internacional de Carrasco, según nos explicó la demógrafa Adela Pellegrino. Estos números son, en realidad, peores de lo que parecen.

    No somos distintos, sin embargo, cuando elegimos destinos para asentarnos fuera de fronteras. El perfil de los nuevos emigrantes –que buscan fundamentalmente países desarrollados-- es bastante heterogéneo, analiza Pellegrino.

    La hija de Cristina Franco vive hoy una realidad que encaja perfectamente dentro de este abanico de ocupaciones de los nuevos emigrantes uruguayos.

 

 

    Pero, para los países de origen, la emigración se ha convertido en una fuente de ingresos inesperada. En 2001, América Central y México recibieron 14.000 millones de dólares enviados por emigrantes a sus familias. Las transferencias hacia esta región crecen más del 12 por ciento cada año, según algunos estudios del BID.

    En Uruguay, nuevamente, cuantificar se convierte en una tarea ingrata. Pero alguna aproximación al tema, realizada de manera indirecta, se puede hacer.

    Western Unión es una empresa especializada en el movimiento rápido de capital desde y hacia cualquier parte del mundo. En Uruguay, al igual que en el resto del continente, ha tenido un crecimiento muy importante, asociado a los envíos de los emigrantes. Darío Alvarez, gerente de Western Unión, confirma el fenómeno y los principales países desde donde se remite la ayuda.

    Pero –particularidades uruguayas— el envío directo de dinero no es la única opción a la que los compatriotas en el exterior han recurrido para cooperar con sus familiares que se quedaron.

    Tienda Inglesa descubrió que, desde cualquier lugar del mundo, los uruguayos pueden ser buenos clientes, según reconoce Gonzalo Alcarez, encargado de comercio electrónico de la cadena. Si bien el referido Supermercado no revela las cifras que representa el comercio exterior, sí admite el número de clientes que tiene fuera de fronteras. Y los servicios, conforme aumenta la demanda, rápidamente se diversifican

    También aumentan las remesas de dinero en efectivo –aunque los montos no--, según complementa Western Unión.

    Para las familias, pese a lo errático que pueda ser el envío de dinero, este es el elemento que permite estabilizar el presupuesto, como reconoce Nery Lima, un taxista de 54 años que tiene un familiar en Estados Unidos. Pero el fenómeno trasciende lo exclusivamente familiar.

    Internet no solo resulta una herramienta de indudable importancia a la hora de comunicarse con los seres queridos, informarse acerca de lo que acontece en el país, sino que además permite realizar muchas tareas para quienes se encuentran lejos del paísito. Tal es el caso de Espectador.com que incorporó desde hace un tiempo el portal "Uruguayos para el mundo" donde se habilitan muchas maneras de tender puentes entre la diáspora y el país. A través de una iniciativa semejante, Tomás, un uruguayo radicado en Gran Bretaña, encontró una manera de acercarse al país.

   ¿Será esto parte del nuevo y definitivo escenario al que tendremos que habituarnos? Esta pregunta no resulta sencilla de contestar.

    La demógrafa Adela Pellegrino apunta a las variables que incidirán en la evolución del fenómeno. De lo que nadie duda es de que, en el corto plazo, la emigración y sus consecuencias –malas y buenas— seguirán siendo, y con fuerza, parte de la realidad uruguaya”.

 

    Una realidad –acoto de mi parte- que tiende a profundizarse con el transcurrir de los días, y sin ningún punto de inflexión que nos haga pensar en una posible reversión. Una realidad a la cual, lamentablemente, ya nos hemos ido acostumbrado a tal grado que cuando nos dicen que "¿Sabés quien se va?” ya nos resulta como algo común. Sin perder la sensibilidad por ello, nos vamos acostumbrando a esta sangría humana, como tan bien lo describió la demógrafa Adela Pellegrino. Una sangría cruel para todos.

    Asistimos por consiguiente a un nuevo orden interno, que refleja el acondicionamiento de saber algo que diariamente nos golpea. Esa sangría primero nos llevó a los mejores profesionales. Ahora nos lleva la juventud, esa savia necesaria para el progreso del país, y sin la cual el desarrollo no se concreta. Un desarrollo económico y social, que se encuentra frenado por esa propia sangría. Y no se trata de un mero juego de palabras. Se trata si, de un panorama cada vez más caótico en el cual estamos insertos, y que la impotencia como simples ciudadanos, como simples integrantes de esta sociedad, nos embarga y hasta nos consume.

    Si se me permite decirlo, es como una bola de nieve en franco y constante aumento, al no vislumbrarse como se ha dicho, ninguna solución ni en el mediano ni en el largo plazo, y concomitantemente se traduce en una bomba que explota día tras día, dejando tras de si múltiples secuelas, algunas de las cuales ya se han señalado. La respuesta, la solución implícita está indudablemente dentro del amplio contexto político, ya que, por un lado, la clase política debe dar las pautas respectivas, y por otro, se deben establecer políticas de reconversión económica. Queda bien en claro, que un altísimo porcentaje del proceso migratorio actual, pasa por el orden económico. Al respecto ya esbocé cierto esquema que se debería aplicar rotundamente. Es bien sabido que cualquier dolencia debe ser tratada a fondo, con el propósito de ser arrancada de cuajo.

    El proceso migratorio es, de hecho, una grave dolencia que sufre toda la sociedad Latino Americana, y de manera especial la nuestra, quizás por el hecho de ser más pequeña que las restantes. Dicha dolencia produce como todas no solo los serios perjuicios ya analizados, sino la consecución cabal de la destrucción y disolución de los ámbitos y estructuras socio – culturales. Sabido es, y lo reitero nuevamente, que se llega a esta grave dolencia, como consecuencia de la incapacidad de resolución por parte de los diferentes gobiernos, y por la benemérita clase política.

    No es mi intención desde luego, realizar valoraciones de índole político – partidaria en este libro. Sin embargo, el tema del proceso migratorio en si mismo me lleva a considerar aspectos relativos y referentes al espectro político, por ser quienes lo integran responsables directos de la consustanzación del mismo. Desde mi óptica no pretendo esgrimir ninguna bandera partidaria. La única bandera que existe verdaderamente, es la de quienes se han ido, y desean en la gran mayoría de los casos, no haberlo hecho y ahora anhelan volver.

    El emigrante en su estructura Psico – social es un ser relativamente frágil, dada su situación de alejamiento de su entorno. Se debe enfrentar además de todo lo expresado hasta el momento, con un factor que resulta ser no menos importante dentro del marco contextual; el hecho de haber emigrado hace años, y conformado su familia (esposo/a e hijos) cuyo origen no es Uruguayo. Así se da que desde el nivel individual, se lucha por introducir modos y costumbres propias, encontrándose desde el otro lado, con una barrera casi infranqueable. De este modo se siente aún más el peso que ejerce el hallarse fuera del entorno. Se trata de inculcar a los hijos diferentes modalidades, las Uruguayeces, con el propósito se dice, de que conozcan el país de su madre / padre o ambos. Lo que realmente se persigue con esto, es crear mediante el eventual apoyo de los hijos, un vínculo a través del cual lograr la continuidad de lo que se dejó, de lo que se tuvo que dejar. En el caso de que los hijos sean también uruguayos, se trata por todos los medios posibles, de que no se olviden de sus raíces. 

    Siguiendo pues en esta línea, nos encontramos asimismo ante la posibilidad de querer regresar, (el individuo Uruguayo) hallando una respuesta negativa. Se abren y configuran dos caminos: por un lado, auto convencerse  de que ello es lo mejor, debiendo contemplar por lo tanto la decisión familiar, quedando anulado el anhelo del regreso. Por otro lado, lo inverso a esto, con lo cual se ingresa en un proceso de disolución del núcleo familiar. De esta manera, el individuo Uruguayo hace prevalecer su postura, decisión y proceder. Se genera de hecho un estado conflictual, con el desenlace antes señalado de no surgir, desde luego, un punto de comprensión de alguna de las partes.

    Es interesante hacer especial hincapié en que, si el individuo Uruguayo logra su propósito de trasladar a su familia a Uruguay, esta se convierte de hecho en elemento migratorio, y debe estar muy fuerte la conjunción familiar para no ingresar en la etapa disolutiva anteriormente señalada. Por lo tanto, el parámetro de igualdad debe constituirse en nexo a fin de dar la flexibilidad requerida para mantener (y quizás consolidar aún más) el lazo familiar, y acentuar de manera permanente e indisoluble, los basamentos en los cuales se edificó (o construyó) ese grupo familiar. La tarea de por si no resulta fácil, pues hay todo un traslado y transformación muy profunda, donde el individuo Uruguayo juega un rol de tremenda importancia.

    El desfasaje que el proceso migratorio introduce tanto desde el nivel social como económico, es cuantitativo y profundo, afectando tal como dije los niveles estructurales y esquemáticos. A través de él, diferentes componentes se ven seriamente transformados. La introducción en si misma, implica complejidades de gran escala, con puntos de referencia en el área socio – cultural – económica. De forma individual se aprecia el complejo problema demográfico, mediante el cual se aprecia de hecho, una disminución en sus distintos componentes, (baja natalidad, profunda crisis generacional, comportamientos discordes porcentuales, etc.) que ahondan aún más la grave crisis por la cual estamos transitando.

    Asimismo, la crisis a nivel demográfico, origina serios problemas como se puede suponer. Toda sociedad se basa en planos y contornos demográficos, que tienen como objetivo central, el seguimiento consecutivo de la evolución poblacional. En nuestro país a partir de la segunda mitad de la década de los 60 en adelante, los demógrafos constataron un proceso involutivo en el mapa poblacional. Desde esa fecha se lo pudo constatar como referente externo, que es el que nos ocupa y preocupa actualmente. Sin embargo, existe y coexiste el referente interno. Vale decir, el proceso migratorio que se da desde ciudades, pueblos, villas del interior del país hacia Montevideo, lo cual produjo y dio lugar al desvastamiento del interior de nuestro país, con las consabidas perdidas a todo nivel. Este proceso interno, masificó en gran medida el proceder demográfico pues conmino al estudio y análisis de dicho proceso.

    En ese contexto, es que el fenómeno demográfico atiende las consecuencias derivantes del proceso migratorio, (tanto interno como externo) de manera relevante el concerniente al orden externo, ya que el mismo pauta aceleradamente, escalas valuativas a través de las cuales se aprecia el inmenso flujo (y caudal) humano que parte del país.

    Es bueno precisar que hasta hace unas pocas décadas, la migración interna como se sabe, quedaba radicada en Montevideo y más allá que se dañaba el interior, no se salía de fronteras, dando lo mejor de cada uno. En la actualidad se usa a Montevideo como mera puerta de salida. Es decir, en vez de afincarse en la capital de la Republica, y brindar los valores que cada ser humano posee, se opta por irse. Montevideo es en consecuencia, no solo la puerta sino que actúa como catapulta. Debo señalar en ese aspecto, que si en la citada ciudad hubiese las fuentes necesarias de trabajo, no se llevaría a cabo ese proceder. Se crea así el siguiente esquema, que de no revertirse la situación como se ha indicado oportunamente, prevalecerá de manera consecuente. Así pues aparece la esquematización referida de la siguiente manera: Interior – Montevideo – Exterior. Insertos en ello se hallaron en su momento muchos de los uruguayos hoy ausentes. Me permito recalcar el hecho de que, quienes son oriundos de ciudades del Interior, ofrecen una riqueza inmensa dentro de su ser.